El niño de dos a tres años desarrolla poco a poco la capacidad de comprender explicaciones y negociar con otros niños o adultos sobre situaciones de la vida diaria, aspectos importantes para la inclusión y pertenencia a un grupo de pares.

 

Su felicidad y manifestaciones de cariño se verán a veces interrumpidas por emociones de enojo, frustración y duda, originadas por su incapacidad de comprender el mundo y las exigencias que tiene de los adultos.

 

Importantes cambios se evidencian a nivel del desarrollo motriz grueso. Su juego simbólico le permite asumir roles, y al realizar estas representaciones, tiene la posibilidad de experimentar situaciones de la vida real, asimilando experiencias placenteras y desagradables.

 

Al finalizar este periodo, el niño logrará comunicarse de manera más clara, haciendo uso de una mejor pronunciación, modulación de la voz y un mayor número de reglas sintácticas. Poco a poco el niño será capaz de narrar sus experiencias de una manera más fluida y clara.